Desde antes de nacer estamos percibiendo auditivamente el mundo que nos rodea. El sentido de la audición nos da la posibilidad de aprender, desarrollar e interiorizar el lenguaje oral de manera natural. La audición es fundamental para el desarrollo adecuado del ser humano.
“El oído es indispensable para el desarrollo, tanto del habla o capacidad de emitir sonidos, como del lenguaje o habilidad de comprender y utilizar estos sonidos”, dice la doctora, Laura González, audióloga del Centro Médico Imbanaco.
Según la especialista, los primeros años de vida, son fundamentales para adquirir todo tipo de aprendizajes, cruciales para el desarrollo social, emocional y cognitivo del infante.
A medida que crecemos, tener una adecuada audición contribuye al desarrollo del ser humano en sus expresiones culturales, lingüísticas, socio-afectivas, personales, en el pensamiento y en el conocimiento, facilitando el desempeño en los entornos educativos, profesionales y familiares.
Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, más de 360 millones de personas padecen pérdida de audición discapacitante (5% de la población mundial), de los cuales 165 millones, aproximadamente, son personas mayores de 65 años y 32 millones niños menores de 15 años.
La Hipoacusia se define como la disminución o pérdida de la capacidad auditiva, es decir, una dificultad o imposibilidad para oír normalmente. Puede ser unilateral, afectando a un solo oído, o bilateral, si afecta a los dos.
En Colombia los estudios sugieren que aproximadamente cinco millones de personas presentan problemas auditivos, que equivale al 11% de la población, aunque la proporción aumenta a 14% en la población activa, entre los 25 y los 50 años.
“Una deficiencia auditiva, o hipoacusia, según el grado de pérdida y sus características, dificulta dicho desarrollo, así como el desempeño en las actividades cotidianas y el establecimiento de una adecuada comunicación con las personas que nos rodean”, afirma la doctora González.
Lo más crítico, según la especialista, es que el problema conlleva, adicionalmente, a soledad, aislamiento y frustración, sobre todo en las personas mayores que la padecen.
Las pérdidas auditivas pueden ser de origen congénito o adquirido, es decir desde el nacimiento o durante la vida. De ahí, la importancia de la valoración auditiva en el momento del nacimiento o poco después. Observar, por ejemplo, factores hereditarios y no hereditarios, complicaciones durante el embarazo, en el parto o después de éste.
Según la doctora González, las perdidas auditivas adquiridas ocurren en cualquier momento de la vida, debido a enfermedades infecciosas, traumas craneoencefálicos, exposición o uso de ototóxicos, el envejecimiento y la exposición a altos niveles de ruido, sean laborales o sociales, entre otros.
Las causas de la pérdida de audición en la niñez son diversas. Se calcula que el 40% de los casos se deben a factores genéticos; el 31% a enfermedades infecciosas, como el sarampión, las paperas, la rubéola y la meningitis, y el 17% a complicaciones perinatales, en particular, la prematuridad, el bajo peso al nacer y la ictericia neonatal.
Asimismo, se estima que el 4% de los casos de pérdida de audición en la niñez se debe a la administración de medicamentos ototóxicos a embarazadas y recién nacidos.
La audición puede medirse desde los primeros días de vida. De acuerdo a la edad se realizan evaluaciones electrofisiológicas, como los potenciales evocados auditivos y otoemisiones acústicas, entre otras.
Existen, también, pruebas auditivas sencillas, que permiten valorar el grado de disminución auditiva, las dificultades de comprensión del lenguaje, la presencia de dificultades de transmisión del sonido, y variadas alteraciones como la presencia de tinnitus o sonidos en los oídos, sensaciones de plenitud aural ( oído tapado), el vértigo o mareos, entre otras.
“La mitad de los casos de pérdida de audición puede prevenirse fácilmente y muchos pueden tratarse si se detectan precozmente y se efectúan las intervenciones adecuadas”, señala la audióloga.
Entre las alternativas de tratamiento están la colocación de implantes y el uso de auxiliares auditivos. Además, las personas con pérdida de audición, pueden recibir apoyo terapéutico, de acuerdo a las secuelas de la alteración o si está acompañada por trastornos neurológicos.
Sin embargo, las estadísticas muestran que solo tres de cada diez personas buscan ayuda y acuden al especialista, y una proporción menor, acepta la necesidad de hacer uso de audífonos y otras alternativas tecnológicas para mejorar su escucha.
En la actualidad los audífonos permiten una experiencia positiva de relacionamiento del paciente con su entorno familiar, educativo, laboral, y personal.